martes, 9 de noviembre de 2010

✔ El Paradigma de la Influencia

Alguna vez usted se preguntó ¿por qué existen tantas teorías, tantos libros y tantos cursos sobre liderazgo y tan pocos líderes? La respuesta que el mayor impedimento para el desarrollo del liderazgo es la concepción que tenemos del mismo.

La visión tradicional concibe al líder como un individuo carismático que posee características innatas y extraordinarias, y que a partir de estas particularidades realiza la conducción de sus “seguidores”. Lo distintivo de su accionar es que ejerce influencia sobre los demás y determina sus conductas. El 90% de la bibliografía actual sobre liderazgo centra su enfoque en el tema de la influencia. Esta mirada del liderazgo, fundada en el paradigma de la influencia, lleva implícita la creencia de que liderar es “hacer que el otro haga lo que yo quiero”. El fracaso de este modelo se debe a que el mismo no es más que una versión modernizada y sofisticada de la concepción tradicional de “mando-control”, donde se pretende cambiar la orden por la influencia.

Desde esta perspectiva, no debe resultar extraño que en las encuestas de “clima organizacional” surja frecuentemente que un gran porcentaje de personas sienten que no crecen profesionalmente, que sólo aportan entre un veinte y un treinta por ciento de su capacidad productiva y que no tienen posibilidades de desarrollar su potencialidad. Tampoco nos debe sorprender que esto produzca frustración, desmotivación y baja productividad.

Este tema no tendrá solución hasta que no cambiemos nuestra noción del liderazgo. Es por esto que propongo pensar el liderazgo desde un paradigma del desarrollo humano y organizacional. En esta concepción existen cinco responsabilidades básicas que definen las acciones que debe desempeñar toda persona que asuma la conducción desde el liderazgo y que conciba este rol desde el paradigma del desarrollo:

Visionar

Una de los compromisos implícitos que asume cualquier persona que se relaciona con otros desde el liderazgo, es generar y consensuar una visión que le asigne sentido al accionar cotidiano que realizan en forma mancomunada. Antoine de Saint Exupery expresa este concepto con la fuerza y la contundencia de la metáfora, dice: "Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo. Evoca primero en los hombres y mujeres, el anhelo del mar libre y ancho".

Empoderar

Cuando se lidera desde el paradigma del desarrollo, se pasa del estilo de conducción de “delegar tareas” al de “delegar poder”. El objetivo es movilizar el potencial colectivo para que todos los integrantes aporten su saber y energía en el logro de los objetivos compartidos. Quien no otorga poder y concede autonomía, no puede reclamar responsabilidad y compromiso. Ambas son caras de la misma moneda.

Desarrollar

La acción de desarrollar no presupone únicamente capacitar, instruir o enseñar algo, sino servir de guía e inspiración para que los integrantes de su equipo desplieguen su potencial y den lo mejor de sí mismo. Esto implica apoyarlos para que asuman nuevos desafíos, acompañar y guiar su carrera laboral y ayudarlos a superar sus niveles de desempeño. Es en este sentido que Tom Peters sostiene que “Los líderes no crean seguidores, crean líderes”

Facilitar

Una de las formas de aportar al desarrollo de la gente con la que se comparten las actividades, es a través de la tarea de facilitar los procesos de aprendizaje y cambio. Es a este aspecto del liderazgo que nos referimos cuando sostenemos que el líder debe desempeñar el rol de coach con su gente. El coaching es un proceso orientado al desarrollo de las potencialidades de las personas, destinado a destrabar los aspectos que obstaculizan la capacidad de acción y dificultan el logro de los objetivos propuestos.

Predisponer

Una de las acciones fundamentales e indelegables del liderazgo es predisponer emocionalmente, crear las condiciones anímicas y de vinculación entre los individuos, para que se genere un clima emocional que posibilite que todos puedan desplegar su potencialidad y capacidad de acción.

Visionar: generar y compartir una visión
Empoderar: liberar el poder interior
Desarrollar: procurar el desarrollo
Facilitar: posibilitar el desempeño
Predisponer: generar la emocionalidad adecuada

Es claro que se requieren diferentes competencias para ejercer el liderazgo desde el paradigma de la influencia que desde el paradigma del desarrollo. Consideramos que desde este último modelo, las competencias básicas descritas constituyen el sustento para el ejercicio del rol de liderazgo.

Relacionando las responsabilidades esenciales del liderazgo con las competencias básicas de la Maestría Personal, podemos afirmar que para crear una visión, inspirar a los demás, conducir el accionar colectivo y darle un sentido de trascendencia  al trabajo realizado, se requiere de un auténtico y fidedigno propósito personal y profesional (Visión Personal).

Para ser efectivo en la comunicación es necesaria una fuerte convicción y claridad en las ideas, poseer la capacidad de generar empatía con el interlocutor, hablar con poder y escuchar activamente (Competencias Conversacionales).

Para coordinar acciones en forma efectiva y productiva es fundamental la capacidad de establecer y cumplir compromisos (Efectividad Interpersonal).

Para crear una emocionalidad de confianza y cooperación en la realización de las tareas de un equipo, es menester actuar con integridad, sinceridad, responsabilidad y también conocer y manejar las propias emociones (Fortaleza Emocional).

Para facilitar el desarrollo de los demás y realizar el rol de coach que implica el liderazgo, es necesario estar comprometido con un proceso de autoconocimiento y desarrollo personal (Capacidad de Aprendizaje y Cambio).

Es decir, cualquier persona que desee efectuar con efectividad su rol de liderazgo, debe de haber realizado un camino de aprendizaje personal, ya que nadie puede proveer a otros, lo que primero no realizó consigo mismo. Vale destacar, además de las competencias, la relevancia de los valores de la integridad y la ética del respeto mutuo que dan soporte y basamento a esta nueva concepción del liderazgo, entendida como un estilo de conducción enfocado a liberar las potencialidades humanas y a generar posibilidades de desarrollo de las personas, los equipos y las organizaciones.

Sobre esta convicción sostenemos que el verdadero liderazgo comienza por auto liderarse, es decir, que el proceso de desarrollo del líder se recorre de adentro hacia fuera y que la maestría de sí mismo es condición necesaria para el desempeño de un liderazgo eficaz. Desde esta visión postulamos a la Maestría Personal como el camino del liderazgo.

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