martes, 9 de noviembre de 2010

✔ Orientarse hacia la luz y la sabiduría

LA SABIDURÍA DEL HOMBRE

I. Definición de la sabiduría
La definición es la oración que expresa la significación del nombre o la naturaleza de la cosa. Puede ser nominal o real.
1. Definición nominal de la sabiduría
La definición nominal es la oración que expresa la significación del nombre de una cosa. Puede ser etimológica o usual.
La definición etimológica de la sabiduría es la oración que expresa la significación del nombre sabiduría por vía de su origen o raíz.
El nombre sabiduría viene del latín sapientia y del griego sofía; sofía viene de la raíz sof  = tener sabor o gusto.
2. Definición real de la sabiduría
La definición real de una cosa es la oración que expresa qué es una cosa mediante sus causas y propiedades. Más que nada mediante sus causas.
Cuando se trata de definir a los principios o virtudes del orden operativo y a los actos de los mismos se recurre a sus objetos. Así por ejemplo, definimos a la vista mediante el color. Los objetos tienen una función causal.
Por tanto, para entender qué es realmente la sabiduría, necesitamos tener algunas nociones sobre las causas y objetos.
II. División de la sabiduría
Hay distintas divisiones de la sabiduría. Consideraremos sólo a algunas, por el momento.
1. División de la sabiduría en simpliciter y secundum quid
Sabiduría simpliciter (simplemente dicha) es aquella que alcanza a Dios, causa suprema en todos los órdenes del ser. Por ejemplo la Metafísica.
Sabiduría secundum quid (en cierto sentido) es aquella que alcanza a conocer a alguna causa suprema en algún orden del ser, sin que se trate de Dios que es la causa suprema de todos los órdenes del ser. Por ejemplo la sabiduría del arquitecto en el orden de la construcción, comparativamente al conocimiento menor de los simples artesanos.
2. División de la sabiduría en natural y sobrenatural
Sabiduría natural es aquella a la cual le corresponden causas y objetos naturales. Por ejemplo la Metafísica.
Sabiduría sobrenatural es aquella a la cual le corresponden causas y objetos sobrenaturales. Por ejemplo el don del Espíritu Santo de sabiduría.

III. La sabiduría en los distintos estadios de la vida humana
Sabemos por la Revelación divina y la fe que el hombre después de esta vida es sometido por Dios a un juicio. A los que mueren en la gracia santificante de Dios les corresponde la vida eterna del cielo. En cambio, los que mueren sin la gracia santificante de Dios y con pecado mortal son castigados con la pena eterna del infierno. Los elegidos y predestinados al cielo pueden pasar por una etapa intermedia que se denomina purgatorio.
En el infierno, el conocimiento de Dios pierde su bondad moral y está más en función de la amargura del condenado. Dejamos de lado a ese conocimiento de Dios.
Nos referiremos a la sabiduría del hombre en esta vida, en el purgatorio y en el cielo.
1. La sabiduría del hombre en esta vida
Distinguimos la sabiduría natural y la sobrenatural.
La sabiduría sobrenatural, la fe, la Teología sagrada y el arte sagrado
La sabiduría sobrenatural y la fe
La fe sobrenatural es una virtud sobrenatural infundida por Dios en el alma, en el intelecto, por la cual asentimos a Dios y a todo lo que Dios nos revela, no por la intrínseca evidencia de la verdad que se nos presenta, sino por la autoridad del mismo Dios que nos revela.
Objeto material: Dios y todas las cosas reveladas por Dios.
Objeto formal quod o terminativo: Dios en su misterio o en su vida íntima.
Objeto formal quo o motivo: Dios mismo en cuanto nos habla y se conoce a sí mismo.
La virtud teologal de la fe es una sabiduría sobrenatural por cuanto nos concede un conocimiento sobrenatural de Dios en su misterio y de todas las cosas reveladas por Dios.
En cuanto perfeccionada por la caridad y convenientemente dispuesta por los dones del Espíritu Santo es la virtud elicitiva del acto de la contemplación mística, forma suprema del conocimiento sobrenatural de Dios en esta vida y forma propia de la felicidad subjetiva sobrenatural, también en esta vida. Esto, por supuesto, en el plano de lo común o corriente, porque se concibe todavía por encima como una anticipación transitoria de la visión beatífica, por modo de éxtasis en algunos santos (3).
La fe sobrenatural es especulativa y práctica analógicamente al intelecto de los primeros principios especulativos y a la sindéresis del orden natural. Pero llegando directamente y desde un principio a Dios, cosa que no corresponde en el orden natural. Superior a la sabiduría Metafísica, en cuanto tiende directa y sobrenaturalmente hacia Dios. En cambio la Metafísica es algo del orden natural, directamente de las creaturas y sólo indirectamente de Dios.

La sabiduría sobrenatural y el don de intelecto

El don de intelecto es un hábito operativo sobrenatural infundido por Dios en el alma, en la inteligencia, para que la misma se torne apta para la aprehensión de la verdad divina, según una inspiración del Espíritu Santo fundada en la intelección de Dios y en una connaturalidad caritativa.
Objeto material: todas las cosas reveladas. Objeto formal quod o terminativo: Dios mismo, Verdad primera, aprehendido. Objeto formal quo o motivo: una inspiración del Espíritu Santo fundada en una intelección divina, según connaturalidad caritativa.
El don del Espíritu Santo de intelecto es una sabiduría sobrenatural por razón de sus objetos formales quo y quod que importan una referencia cognoscitiva sobrenatural hacia Dios. Se trata de una sabiduría especulativa y práctica en analogía con el hábito de los primeros principios y el de la sindéresis en el orden natural, y con la fe divina en el orden sobrenatural.
 La sabiduría sobrenatural y el don de sabiduría
El don de sabiduría es un hábito operativo sobrenatural infundido por Dios en el alma, en la inteligencia, para que sea bien movida en orden a un juicio sobre Dios y sobre todas las cosas reveladas, según una inspiración divina fundada en la sabiduría divina y en una connaturalidad caritativa.
Objeto material: Dios y todas las cosas.
Objeto formal quod o terminativo: Dios.
Objeto formal quo o motivo: una inspiración divina fundada en la sabiduría divina y en una connaturalidad caritativa.
El don de sabiduría es una sabiduría sobrenatural por razón de sus objetos formales quo y quod, principio y término de un juicio sobrenatural sobre Dios que ilumina a todas las cosas que considera.
Es sabiduría especulativa y práctica íntimamente relacionada con la caridad de la cual se alimenta y hacia la cual dispone. Es la sabiduría mística de la Iglesia.
 La sabiduría sobrenatural y el don de consejo
El don de consejo es un hábito operativo sobrenatural infundido por Dios en el alma, en la inteligencia práctica, para que la misma sea bien movida en orden a un juicio práctico ordenativo de los actos humanos sobrenaturalmente y hacia Dios, según una inspiración divina fundada en la Providencia divina y en una connaturalidad caritativa.
Objeto material: los actos humanos y sus objetos correspondientes.
Objeto formal quod o terminativo: la ordenación sobrenatural de los actos humanos en concreto hacia sus objetos y fines correspondientes y particularmente hacia Dios.
Objeto formal quo o motivo: una inspiración divina fundada en la Providencia divina según una connaturalidad caritativa.
El don de consejo es como una prudencia mística. Y es una sabiduría sobrenatural práctica en cuanto ordena la actividad humana en un orden sobrenatural, y en concreto y por modo divino hacia sus objetos y fines correspondientes y especialmente hacia Dios, fin último sobrenatural.
 c. La sabiduría sobrenatural y la prudencia infusa
La prudencia infusa es un hábito operativo sobrenatural infundido por Dios en el alma, en la inteligencia práctica, para una ordenación sobrenatural de los actos humanos, por modo concreto o según las circunstancias hacia objetos y fines sobrenaturales y sobre todo hacia Dios, según una luz sobrenatural imperativa y por modo racional.
Objeto material: los actos humanos especialmente sobrenaturales con sus objetos y fines correspondientes.
Objeto formal quod o terminativo: la ordenación sobrenatural concreta o circunstanciada de los mismos hacia sus objetos y fines debidos.
Objeto formal quo o motivo: una luz sobrenatural imperativa por modo racional. Se trata de una recta razón sobrenatural que supone el influjo de la fe y de la caridad y determina, acomodándose también a la recta razón natural, aquello que se debe actuar y se actúa en concreto, en el ámbito de la salvación.
La prudencia infusa supone la supraordenación hacia Dios de las virtudes teologales, especialmente de la fe y de la caridad. Estas virtudes teologales tienen un imperio hacia la parte inferior de la persona en orden a Dios; y la prudencia infusa determina más en concreto ese orden a Dios, en los distintos modos del comportamiento cristiano. Por ejemplo un cristiano sabe por la fe que debe rendir culto a Dios y particularmente que debe rezar; ese mismo cristiano según su prudencia determina hacer su oración de un modo determinado, en una hora determinada, en un lugar determinado, etc. Un sacerdote católico sabe por la fe y la Teología sagrada que tiene algunas obligaciones especiales en el terreno del culto a Dios, de la enseñanza del Evangelio y del gobierno de las almas; y ese mismo sacerdote según su prudencia infusa va determinando, en los distintos momentos y lugares de su existencia, los distintos modos de realización concreta de estas funciones vitales. Siempre la ordenación de modo concreto de nuestra actividad humana, de parte nuestra hacia Dios, fin último sobrenatural, corresponde a la prudencia infusa, al menos inicialmente.
Por tanto, consideramos que la prudencia infusa es una sabiduría práctica sobrenatural, en cuanto dirige en concreto o circunstanciadamente la actividad humana sobrenatural con sus objetos y fines respectivos hacia Dios, fin último sobrenatural. La orientación o dirección en concreto hacia Dios que importa la prudencia infusa, requiere intrínsecamente una compenetración de lo divino en el orden del conocimiento (en cuanto la relación se especifica por el término). No siempre está por modo explícito esta compenetración de lo divino en el orden del conocimiento, porque observamos que aún estando en gracia y obrando el bien sobrenatural a veces nos olvidamos de Dios o no lo advertimos; pero siempre debe estarlo, al menos por modo implícito y virtual, según el imperio y la participación intrínseca de la fe y de la caridad.

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